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Europa está viviendo un gran momento de adelanto que era poco imaginable hace tres años, cuando se produjeron las elecciones europeas. Las dificultades se han vuelto estímulos para ir adelante y más allá del previsible. El Brexit, la pandemia y la guerra han acontecido incentivos que han fortalecido la Unión, que ha casi doblado el presupuesto, rompiendo un tabú muy arraigado. La reacción frente a la pandemia (compra conjunta de vacunas para todos los europeos y para otros países, pasaporte Covid común,…) mostraron un vigor lejos de las eternas dilaciones y largos procesos de decisión a que estábamos acostumbrados. La aprobación de los fondos Next Generation rompía otro tabú: los fondos mancomunados habían sido la bestia negra de Merkel, que ahora resultó decisiva en su aprobación, frente a la resistencia de países como Holanda. Fondo de inspiración claramente federal, distribuidos en función de las necesidades y financiados por todos.
Pero apenas salidos airosamente de esta prueba, nos llegó la invasión de Ucrania, país aspirando a la Unión. Contra pronóstico, y contra el que preveía Putin, la reacción concertada de Europa ha resultado decisiva. La contribución al aislamiento del agresor y los mecanismos de resistencia a la crisis energética derivada han ido mucho más allá del previsible. Ayuda militar y logística, pero también humanitaria: acogida de refugiados, heridos tratados en ciento hospitales europeos, suministro de mil generadores,…
En este contexto, ha surgido, a propuesta de la presidencia de turno francesa, la Comunidad Política Europea, que se reunió por primera vez en Praga el pasado 6 de octubre, con la participación de 44 países del continente europeo.
Esta nueva instancia, concebida como plataforma para debates políticos y estratégicos sobre el futuro europeo, fue objeto de estudio en una jornada que el pasado día 9 se celebró a Cervera, titulada “El nuevo vínculo confederal a Europa: La Comunidad Política Europea”. La jornada fue convocada por los jóvenes del Consejo Español del Movimiento Europeo y la UNED y contó con la participación de Mireia Esteva, presidenta de Federalistes d’Esquerres.
La jornada mostró que la nueva Comunidad, una iniciativa acogida inicialmente con reticencias, vista por algunos solo como un intento de Macron de recuperar protagonismo, está empezando a enseñar sus potencialidades. El proyecto había sido propuesto por el presidente francés “con el objetivo de proporcionar una plataforma de coordinación de políticas para los países de todo el continente y fomentar el diálogo y la cooperación para abordar cuestiones de interés común para fortalecer la seguridad, la estabilidad y la prosperidad del continente europeo”.
La primera cumbre contó con participantes de 44 países del continente europeo, así como los presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión Europea. Además de los 27 miembros de la Unión Europea participan los países que restan a la EFTA (Islandia, Noruega, Liechtenstein y Suiza), los estados candidatos a entrar a la Unión y otras más alejados (repúblicas exsoviéticas, Armenia,…). Turquía, no admitida a la Unión, estuvo muy interesada a participar y el Reino Unido, a pesar de aspavientos en contra, acabó yendo. Esta nueva plataforma no puede admitir en estos momentos en Rusia y Bielorrusia, pero sí que quiere restar abierta a una incorporación futura si hubiera una nueva situación homologable.
Todos estos países juntos representan una población superior a USA y Rusia sumados. El mismo pasa con el PIB total. Son países muy diferentes, pero que, muy mirado, solo pueden tener un futuro común. Juntos son ya un gran polo frente a la influencia tanto de Rusia como del Estados Unidos. Y son también un factor para frenar el expansionismo económico de China.
Las reuniones serán cada tres meses, con una institucionalización ágil y flexible, al estilo del G7 o del G20, y tendrán que demostrar la viabilidad y la utilidad del proyecto. Francisco Aldecoa, presidente del Movimiento Europeo en España, destacó la importancia del hecho que los líderes continentales “se reúnan, se vean frente a frente, respiren juntos, hablen entre ellos”. De hecho, algunos conflictos bilaterales ya se han encarrilado a partir del encuentro en Praga. Las próximas reuniones previstas estarán en Moldavia, España y el Reino Unido.
Los federalistas europeos, además de hacer atención a la evolución de la Unión y de insistir en la necesidad de una Convención por la reforma de los tratados, tendremos que estar atentos a las posibilidades que ofrece esta nueva instancia de nivel continental.