«Quien está dispuesto a pegar sin conocer el motivo concreto que lo justificaría (o, en versión soft, el que considera que el odio al enemigo político justifica, amén de atribuirle todos los males sin excepción, hacerle merecedor de permanente castigo público) difícilmente accedería a debatir y, en su caso, revisar sus rotundas valoraciones morales.»
El supremacismo como teología (La Vanguardia, 30 de agosto de 2022)