Acaba de morir uno de los nuestros, un activista implacable en la lucha por una España federal. Y su historia dice mucho sobre el sentido y la dinámica de Federalistes d’Esquerres.
Francesc Frutos nació en Calella de la Costa, y a finales de los años 50 comenzó a trabajar en la gran fábrica de la comarca, la SAFA. Eran los años del plan de estabilización y de la primera apertura económica del país; los inicios del turismo y del surgimiento de un nuevo sindicalismo clandestino; del torrente migratorio interno y de la puesta al día de la iglesia católica. Frutos se formó en medio de este cúmulo de corrientes contradictorias, adquiriendo rápidamente un perfil propio muy marcado: no había tantos trabajadores de industria que hablaran en catalán; como, luego, no habrían tantos miembros del Parlamento que hubieran trabajado en una fábrica. Cuando fue elegido en el Congreso, llenó la hoja de datos personales que los diputados deben cumplimentar con una sola palabra: «Profesión: Obrero».
Vinculado muy pronto al PSUC, se implicó profundamente en la creación de Comisiones Obreras en Cataluña, que adoptarían una identidad y un estilo diferente de las del resto del país: él fue uno de los responsables del nombre que se adoptó, «Comisión Obrera Nacional de Cataluña», CONC.
Después llegó el cambio político, y Frutos vivió en primera persona los éxitos y los trasiegos de su partido: diputado, vinculado a alguna de sus tendencias internas, y secretario general del PSUC durante poco más de un año. Trasladado a Madrid, incorporado en IU, fue cabeza de lista y secretario general del PCE.
Y cuando cedió el cargo y parecía listo para la jubilación, retornó a la acción política desde abajo. Pocos experimentaron como él la indignación moral que le causaba ver como fuerzas políticas y sindicales populares, mayoritarias, hacían concesiones a los discursos independentistas y se implicaban de una manera u otra en el movimiento «processista». Nadie podía osar disputar a Frutos ni su catalanidad ni su condición proletaria: y estas características personales, unidas a una retórica sólida y contundente, hacían que sus mítines entusiasmar a los asistentes.
Frutos estuvo siempre disponible para implicarse en actos o iniciativas de Federalistes d’Esquerres, de partidos o de otras plataformas sociales.
Seguramente uno de sus grandes momentos fue la participación en un gran acto político de «Societat Civil Catalana», donde tomó la palabra junto a Josep Borrell y Carlos Jiménez Villarejo. Su discurso, ante los cientos de miles de personas que llenaban las calles del Eixample de Barcelona, en el triste octubre de 2017, insistió esencialmente en esta idea: no se puede ser nacionalista y de izquierdas; no se puede querer fraccionar el mundo en pequeñas Andorras y pretender ir a favor de los derechos sociales. Es, o una cosa, o la otra.
Nuestro mejor recuerdo para Frutos y nuestro pèsame para los que lo conocieron y trataron más personalmente; su mensaje y su implicación han sido esenciales para hacer posible la existencia y el mensaje de Federalistes d?Esquerres.
Joan Botella