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«La pandemia nos descubre que los valores que ahora, en medio del impacto emocional, destacamos como vitales no son los que infunden y gobiernan nuestra sociedad. Nos revela que los trabajos de los sanitarios, de servicios sociales, de atención a las personas, de los “basurillas” de la limpieza viaria, de suministros de alimentos y muchos más que tanto aplaudimos son trabajos penalizados en salarios y condiciones de trabajo.

Y ha hecho evidente que los trabajos de cuidados ni tan siquiera son considerados como trabajo y que los discursos sobre conciliación son retóricos y se quedan a las puertas de las empresas, vigiladas por los guardianes de la competitividad y la productividad.»

La centralidad social y política del trabajo (El País, 4 de mayo de 2020)