El año 1950 yo tenía 5 años. En Barcelona, mi ciudad, los destrozos de la guerra eran visibles, no solamente en las huellas de los bombardeos sino también en la amargura de la mayoría de la gente. A medida que fui creciendo, me di cuenta de que vivíamos en una dictadura bananera al margen de Europa: nuestra Europa.
Hoy, ya hace tiempo que estamos en la UE y lo podemos percibir fácilmente: el euro, las no-fronteras, la legislación, la paz, Erasmus,… y muchas cosas más, no todas tan evidentes. España es ahora un estado democrático y el marco de la UE permite que en mi alma federal convivan armoniosamente mis identidades catalana, española y europea.
Esta unión de países europeos todavía no es más que un andamio, una construcción incompleta que ya se enfrenta a muchos enemigos, tanto externos como internos. Algunos jóvenes asumen la UE como una realidad consolidada cuando sigue siendo un proyecto vulnerable que aún requerirá mucho más esfuerzo para su desarrollo. Además, la evolución de la humanidad se acelera lo cual nos obliga a reforzar el edificio europeo para adaptarlo a los nuevos desarrollos e incluso liderar esta evolución.
Europa es el extremo occidental del continente euroasiático, origen de muchos de los elementos que dan forma al mundo actual. La UE ya ha demostrado su solidez y resiliencia en muchos aspectos aunque su progresiva consolidación tiene un largo camino por delante. Algunas reflexiones para que la UE siga progresando son:
Estado federal europeo
En la utopía de Altiero Spinelli se proponía una federación europea que fuera más allá de nuestros nacionalismos. Necesitamos un parlamento y un gobierno federal elegido por sufragio universal entre los ciudadanos de la UE. Asuntos exteriores, economía, fiscalidad, defensa, cambio climático, migraciones, especulación y algunas otras áreas son desafíos globales a los que nuestros “pequeños” estados apenas pueden hacer frente aisladamente. Necesitamos una estructura federal con personalidad política como interlocutor internacional, especialmente con las potencias actuales relevantes.
Nación europea
¿Qué grado de sentimiento nacional europeo compartimos? No tengo información sobre ello y me pregunto si se conoce. Sin embargo, ha quedado demostrado que el estado fruto de la ilustración tiene que proveer también a sus ciudadanos de un sentido épico, ilusionante y movilizador. Eso sí, un sentimiento nacional exento de componente racista. Un sentimiento nacional integrador, pacifista y creativo que a la vez defienda con firmeza convicciones asentadas en la experiencia heredada de nuestros antepasados.
Estados y/o ciudades
Necesitamos una gestión coordinada de ambos elementos que configuran nuestra gente y nuestro territorio. Cada ciudadano europeo debe sentirse sujeto de derechos y obligaciones viva en un ambiente rural de poca población o viva en una aglomeración urbana. Con especial atención al cuidado del territorio como fuente de riqueza, de gestión medioambiental y también de belleza paisajística. Personas, medioambiente, territorio, sostenibilidad, etc. como competencias locales con gestión de proximidad aunque con mecanismos de coordinación dentro de líneas generales para toda la UE.
La Europa de las personas
El proceso de integración ha sido sobre todo económico, político y jurídico. Probablemente, no podía ser de otra manera. No obstante, el éxito sostenible de la UE requerirá de la involucración de la gente. Necesitamos una sociedad europea con objetivos, beneficios y esfuerzos compartidos, de tal manera que cada ciudadano europeo pueda percibir su contribución y el beneficio que obtiene.
Se puede ver a políticos locales atribuyen los éxitos a su gestión local y culpan de los fracasos a la burocracia de la unión. Es una forma de nacional-populismo que corroe la percepción de los ciudadanos. Necesitamos poder diferenciar la acción federal de la acción local para que los ciudadanos podamos valorar inequívocamente logros y deficiencias y votar en consecuencia.
Creatividad, progreso e innovación
La creatividad humana es imparable a la vez que la innovación requiere de un marco favorable. Sin embargo, no toda innovación contribuye al progreso, incluso ciertas innovaciones son indeseables. Los europeos contribuimos ampliamente a la revolución industrial, esencial para el bienestar de que gozamos. Actualmente se vislumbran los límites del progreso y quizás tengamos que reconsiderar el crecimiento constante como fuente de progreso. Es posible incluso que debamos encontrar como compatibilizar el progreso humano con cierto decrecimiento económico.
Estado de bienestar
La mayor parte del gasto social del mundo se efectúa en la UE con unas ventajas sociales que conviene mantener en Europa a la vez que se estimule su aplicación en otros países. Vivir en una sociedad donde la gente más desfavorecida dispone de unos mínimos básicos para una vida digna es ventajoso para todos incluso para los poderosos.
A través de los medios de comunicación proyectamos una imagen tanto de condiciones de vida envidiables como de un insuficiente relevo generacional. Es inevitable que gente de otros países quieran emigrar a Europa y a la vez nos conviene. Es un proceso migratorio que difícilmente se detendrá con barreras. Tenemos que ensayar métodos más eficientes como podría ser la ayuda a la formación profesional en los países origen, formación que contribuyera tanto al desarrollo local como a la selección de inmigrantes adecuadamente preparados.