«El gasto público debería ser una pieza clave en la reconstrucción europea y mundial. Esto lo están reconociendo incluso los economistas liberales más reacios a la intervención de los Estados en la economía. Cuando las cosas pintan tan mal, todos vuelven la vista a los gobiernos que, hasta hace poco tiempo, se consideraban un problema si intervenían mucho. El mercado, nos decían, era la solución. Ahora se exige que esos gobiernos lo hagan. Y esa acción se va a tener que concentrar en el gasto social de forma perentoria. La crisis va a provocar un auténtico ‘desballestamiento’ del mercado laboral, un shock traumático que requerirá enormes transfusiones de dinero para recuperar la capacidad de demanda. Este va a ser el problema central, a mi juicio y en función de las investigaciones que hemos realizado recientemente: la anemia de la demanda, que se puede reflejar en una caída de los precios, en una deflación, signo inequívoco de que estaríamos a las puertas de una depresión económica similar a la de 1929. Encarar esto puede hacerse; tenemos los instrumentos, hay mucho dinero potencial: se trata de voluntades políticas para que el gasto público y, en él, el gasto social, actúen como palancas de crecimiento.»
Entrevista a Carles Manera (Crónica Global, 26 de abril de 2020)