«La epidemia adquiere así un sesgo de clase. Aquí y en todas partes. Y no sólo porque llueva sobre mojado, sino por la gestión que pretenden hacer de su impacto algunos gobiernos – ya sea por soberbia, inconsciencia o cinismo. Hemos podido comprobarlo estos días con la actitud insolidaria de Holanda y Alemania ante la demanda, por parte de los países del Sur, de un esfuerzo mancomunado de Europa para hacer frente a la devastación que dejará tras de sí la pandemia. ¿Acabará imponiéndose la razón ante la evidencia de que el hundimiento de las economías de España o Italia afectaría gravemente a los hacendosos Estados del Norte? Eso esperan los optimistas. Pero nada es menos seguro. Los mismos que piensan, como el antiguo ministro de finanzas holandés Jeroen Dijsselbloem, que a orillas del Mediterráneo “nos lo gastamos todo en licor y mujeres”, no tienen ningún escrúpulo en facilitar la elusión de impuestos por parte de grandes empresas extranjeras – entre las que se cuentan conocidas firmas españolas -, haciendo de los Países Bajos una suerte de paraíso fiscal dentro de la UE.»
Virus, clase y nación (lluisrabell.com, 29 de marzo de 2020)