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«No sabemos tampoco cuál es el número de mujeres que duermen en la calle. Es un colectivo que ha ido creciendo pero no se han creado recursos específicos para atenderlas. Son mujeres que prefieren dormir al raso por el miedo y la falta de intimidad que representan unos albergues que están pensados para hombres. Terminan en la calle por la imposibilidad de acceder a una vivienda, por la violencia de género y un mercado laboral que las excluye.

Otras mujeres que enfrentan una extrema precariedad son las que están solas a cargo del hogar. Un 43% de las familias monomarentales vive en Cataluña bajo el umbral de la pobreza. Mujeres que enfrentan inestabilidad laboral, que viven con sus hijos e hijas realojadas en habitaciones o en infraviviendas. La tasa de pobreza infantil en estos hogares se alza al 52%.»

Mujeres, capitalismo y pobreza (El País, 7 de marzo de 2020)