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«La noticia es que en Perpinyà ya se faltaron al respeto en público. Confesaron de mil maneras que no se querían, y vinieron a decir que si no fuese porque tenían atrapado conjuntamente en una jaula amarilla al pajarillo que les da el poder, el dinero y el protagonismo que disfrutan romperían. Perpinyà también ofreció otro espectáculo: la gente que les quiere también ha dejado de hacer teatro y son dos bloques que pese a sus intereses comunes tampoco se quieren y cruzan reproches. Después de Perpinyà ya han llevado ese faltarse al respeto al mismísimo Parlament. Ya ni siquiera les mantiene juntos el odio al enemigo común; lo tienen más o menos disimulado pero por separado. Cada uno lo encara a su manera: negociando acuerdos para mitigarlo y azuzando conflictos para endurecerlo, pero la pareja lo subordina todo al nuevo odio que preside sus vidas, que es el mutuo.»

Historia humana de un desamor (El Periódico, 5 de marzo de 2020)