«En tiempos de hooliganismo, desafección, incertidumbre y tentaciones populistas, conviene recordar que la política es, como decía Aristóteles, el arte del bien común y no un mero espectáculo con el que entretenerse o del que sacar algún provecho. Sin embargo, estas dos últimas opciones parecen ser cada vez más el caso, y ello debería servirnos de aviso en cuanto sociedad: en ocasiones, lo peor de emprender una caza de brujas es que se termina oficiando de aprendiz de brujo.»
Por una política sin daño (El País, 13 de febrero de 2020)