«Que este futuro Gobierno no gusta a la derecha y los sectores económicos, financieros, religiosos y sociales que representa es cosa sabida y, además, presumible. Incluso era razonable esperar que se produjeran presiones sobre los socialistas y su candidato a presidente para dificultar la coalición y el apoyo de partidos nacionalistas. Ahora bien, que el afán por impedir lo que la legalidad avala haya degenerado en intentos de compra de votos, algunos de ellos exitosos, en amenazas y pintadas en el lugar de residencia, en mensajes amenazantes e insultantes mediante las redes sociales y en apelaciones a la valentía, a no caer en la traición desde la tribuna del Congreso enmascarando chantajes y acciones ilegales supera la lógica y la esencia más profunda de la democracia.»
Gobierno legítimo y progresista (El Periódico, 6 de enero de 2020)