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«Desde la lealtad federal, esperamos que el vértigo de la votación de investidura no active en el presidente-candidato la llamada «estrategia del contentamiento» que ha descrito también Dion: «Puesto que los secesionistas quieren todos los poderes, se les concederá una parte deseando que los menos radicales queden satisfechos. Si no se contentan, quiere decir que no se han transferido todavía suficientes poderes y es preciso agregar otros. Los secesionistas reciben cada concesión como un paso más hacia la independencia«.

La «estrategia del contentamiento» choca con varios escollos. Dion los resume así. Primero: acrecienta la distancia psicológica entre territorios. Segundo: se puede perder de vista el interés público como elemento de motivación de las reformas, es decir, no se modifican las políticas para mejorar los servicios públicos, sino para contentar a los secesionistas. Tercero: se banaliza la secesión -una especie de separación a medias- y se da la impresión de que lo que la separa de la autonomía es una cuestión de grado y no un desgarro traumatizante. Cuarto: se dramatizan los desacuerdos, que adquieren dimensiones existenciales. Y, por último, se libera a los secesionistas de la carga de la prueba sobre la viabilidad de su proyecto: «Los defensores de la unidad tienen que asumir la responsabilidad de llevar a cabo las grandes reformas que solucionarán todos los problemas».»

Diálogo sin concesiones previas (El Periódico, 29 de noviembre de 2019)