«El juego de la patria requiere de un enemigo; a estos efectos, los inmigrantes, las feministas o los homosexuales también valen. Hay unas reglas: criticar a los nuestros es antipatriótico, dudar de la honradez y de la clarividencia de los líderes es de traidores; los traidores deben ser derrotados, silenciados y expulsados, no son pueblo, son morralla; el pueblo siempre tiene razón y nunca se equivoca. Todos a una desfilamos por las calles, enarbolando la misma bandera, cantando al unísono nuestro himno, ¡es hermoso! Puede que los que no se identifiquen con nuestra bandera, con nuestro folclore o con nuestra lengua, se sientan intimidados ante nuestra exhibición de fuerza, y hacen bien, este es el objetivo, recordarles que las calles siempre serán nuestras y que en ellas los discrepantes y los diferentes no tienen cabida.»
El juego de la patria (El Periódico, 24 de noviembre de 2019)