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“El deterioro institucional que sufre Cataluña no trae causa de la sentencia del Tribunal Supremo, cuyo fallo estaba ya descontado como probable. El desgobierno es consecuencia, más bien, de una persistente degradación institucional que han propiciado con particular empeño quienes hoy asumen las máximas responsabilidades políticas en las instituciones autonómicas. Ellos han malversado la confianza otorgada con buena fe por muchos ciudadanos al emplearla, con obcecada esterilidad, en perfilar un proyecto político de imposible consecución y asentado en una cínica simulación.”

Demasiada autonomía para tan poca cabeza (El País, 21 de octubre de 2019)