«El segundo gran concepto que se está banalizando es el de la «república». ¿En qué se distingue una república de una dictadura si se impide a la gente acudir a las manifestaciones que quiera cortando carreteras? ¿O si se cierra la entrada de las universidades a quienes quieren hacer clase? El independentismo pasa un momento narcisista, se mira a él mismo sin mirar a los demás. Confunde al resto de catalanes con meros títeres del Estado. Para salir de este atolladero harían más que bien en escuchar voces como la de Carme Forcadell que reconoce que en octubre del 2017 les faltó «empatía» con el resto de catalanes. El origen de esta banalización que conduce al narcisismo no es otro que el «unilateralismo», la independencia a base de ese sueño húmedo de «desbordar» al Estado con acciones que, en realidad, no hace otra cosa que aplastar al resto de ciudadanos. No ver esto, les está encegando. Aznar debe ser el tipo más feliz del mundo.»
La miopía unilateralista (El Periódico, 28 de octubre de 2019)