«Cómo se dirimen las diferencias políticas? En 1780, un tal Charles Lynch encontró una manera cómoda de eliminar al adversario. Habiendo arrestado a unos cuantos lealistas (colonos americanos leales a la monarquía británica), los puso en manos de una turbamulta que los despedazó. Había nacido el linchamiento, método eficaz pero algo tosco, del que hoy en día tenemos en las redes sociales una versión más elegante, aunque basada en el mismo principio.
La primera vez que me lincharon en Twitter fue cuando los atentados islamistas del 2015 en París. Escribí: “Horrorizada ante esta nueva muestra de violencia masculina” y me acosté. Cuando me levanté, había recibido cientos de tuits de injurias y amenazas, y seguían llegándome varios por minuto. Aunque intenté explicar qué había querido decir –para luchar contra la violencia, deberíamos entender entre otras cosas por qué la ejercen los hombres mucho más que las mujeres–, no hubo manera; nadie quería argumentar, sólo escupirme. La tormenta duró días, y confieso que lo pasé bastante mal.»
Rata catalanófoba (La Vanguardia, 19 de septiembre de 2019)