«Porque las palabras se gastan y pierden credibilidad cuando el lenguaje va por un lado y la realidad por otro, o cuando la ficción triunfa sobre la realidad hasta recrearla por completo, inventando conceptos vacíos como ese “Gobierno de cooperación” de nuestro taimado presidente en funciones. La ausencia del bien común devalúa las palabras, y cuando estas se empobrecen, la complejidad se simplifica y lo sencillo se complica. Todo forma parte de la misma desvitalización de la política.»
Palabras gastadas (El País, 14 de julio de 2019)