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“Los buenos fines no debieran justificar cualquier medio, como poner en peligro algo tan primordial como la convivencia, es decir, el respeto, la educación y la consideración con las personas, no con las tostadoras. Si las lenguas sirven para entenderse haríamos un pésimo servicio a la nuestra si la utilizáramos para no entendernos, es decir, para pelearnos, enfrentarnos y separarnos en dos comunidades lingüísticas, cada una con su tostadora, que no se hablan entre ellas en la misma ciudad y en el mismo país, o territorio como ahora se le denomina. Peor sería si utilizáramos la lengua, su promoción y su defensa como instrumento para un proyecto político como es la secesión de Cataluña. Aunque algunos crean que el futuro de la lengua está en peligro precisamente porque Cataluña no es independiente, también hay razones para creer lo contrario, que la politización de la lengua y la hostilidad que levanta este proyecto político unilateral es uno de los mayores peligros que se cierne sobre ella.”

Conversaciones políticas con mi tostadora (El País, 7 de julio de 2019)