General

«El nacionalismo pujolista más que un partido erigió un potente movimiento del que se podía formar parte aunque se establecieran énfasis diversos sobre los ritmos de consecución de la «plenitud nacional», donde era compatible incluso militar en otras propuestas políticas fuera de CiU, pero que compartían con el núcleo duro de Pujol las grandes verdades de país que se iban instituyendo. Esto implicaba la durante muchos años una organización menor como ERC, pero también a los grupos fragmentados del espacio nítidamente independentista e incluso algunos elementos de la burguesía a los que los avatares del antifranquismo les habían llevado a militar en el PSUC​. Así se fue construyendo un potente imaginario donde, lógicamente, la defensa de la lengua y de la cultura «propia» conformaban su pilar central a partir del cual se construía una «nueva Cataluña», que para algunos se basaría en el modelo socialdemócrata sueco y para otros en el conservadurismo británico, e incluso en el irredentismo sionista que había llevado, a fuerza de voluntad, a la conformación del estado de Israel. Una alegoría de país que se legitimaba a través del recurso a un historicismo de carácter nítidamente romántico.»

Jordi Pujol, con él empezó todo (Crónica Global, 25 de julio de 2019)