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«No hay ningún lugar en el mundo en el que se concentre una mayor cantidad de actores que reclaman su inclusión en las formas de representación y gobierno. Es posible que los intereses particulares sean una rémora para hacer valer el interés ­general de los europeos, pero seríamos injustos si no viéramos su lado positivo: ¿alguien conoce alguna institución política que, con avances y retrocesos, se muestre tan interesada en equilibrar realidades tan distintas, que quiera integrar las volun­tades del norte y el sur, del este y el oeste, las diversas familias políticas y avanzar en la paridad?»

Elogio del enredo europeo (La Vanguardia, 3 de julio de 2019)