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«La mayor dificultad para hacer avanzar la europeidad es justamente que ésta no responde a una noción identitaria, al menos en su sentido tradicional. Europa son valores compartidos de libertad, democracia, dignidad colectiva y cohesión. Representa un modelo social y cultural, y no un sentido de comunidad hecha a partir de argumentos étnicos, lingüísticos o religiosos. Vínculos, pues, un poco abstractos. Esto le da una cierta debilidad ante unos Estados-Nación que se resisten a diluirse y, especialmente ahora, ante el crecimiento de argumentarios nacionalistas que contraponen comunidades cerradas en nociones casitribales, escasamente democráticas, y dadas a la exclusión y la xenofobia, que niegan el concepto de Europa o bien se definen como euroescépticos. Pescadores en tiempos de confusión que no hacen sino construir enemigos y levantar barreras que no comportarán más que profundizar en el empobrecimiento de aquellos que dicen representar y querer emanciparse. El nacional-populismo se ha impuesto en muchos lugares, en demasiados: Gran Bretaña, Francia, Polonia, Italia, Hungría o Bélgica. Y también en Cataluña.»

Europa y su futuro inmediato (Crónica Global, 7 de junio de 2019)