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La sonrisa que nos ha pintado en la cara a muchos la elección de Manuel Cruz como presidente del Senado no es la del ingenuo, ni tampoco (sólo) la del amigo. Sé que habrá quien lo considere un gesto tacticista del PSOE, de Pedro Sánchez, de cara a Catalunya. Incluso los hay que lo interpretarán en clave de esa corriente subterránea (nunca faltan los amantes de la explicación conspiranoica) que circularía entre Moncloa y la sede de ERC, con apeaderos en la sede del PSC y en Lledoners. Por mi parte, no excluyo que la propuesta de dos “federalistas” para presidir Senado y Congreso pueda tener que ver con esa intención simbólica, aunque desde ERC -no digamos desde otros sectores del secesionismo- niegan con énfasis cualquier efecto positivo.

Más bien, como el propio Manuel Cruz, soy de los que piensan que, para los independentistas, su peor adversario es el federalismo. Por eso, como advirtiera ya en su momento el exhonorable y siempre astuto Jordi Pujol, le aplicaron la receta del ninguneo, la indiferencia, cuando no la ridiculización. El federalismo ha aparecido así, en medios independentistas y en sus voceros, como algo exótico, un perro verde, o una pantalla pasada.  Baste recordar el duende vestido de verde que acompañaba a Pere Navarro en los mordaces episodios de Polonia. Y aún más aparece como enemigo (peor que adversario) el federalismo vinculado a un proyecto de izquierda, que desborda por supuesto el ámbito partidista del PSC, como lo muestra la existencia de Federalistes d’Esquerres, entidad cuya creación impulsó el propio Manuel Cruz en 2012 y que llegó a presidir entre 2013 y 2016.

Si alguien se toma la molestia de leer o escuchar sus intervenciones  en la web de esta plataforma (federalistesdesquerres.org/es/), en su blog «Filósofo de guardia«, por no hablar de artículos y libros en los que ha abordado el desafío territorial y político que plantean el encaje de Cataluña y el país vasco en el modelo constitucional del 78, puede entenderse sin dificultad en qué consiste la propuesta federal según Manuel Cruz.

En un artículo publicado en 2016 con el título “La fraternidad como política” , propuso como tal el alma del federalismo, que pretende “universalizar la igual libertad republicana…porque el nervio de la fraternidad es que los fraternos se traten entre sí como iguales”. Es lo que ha vuelto a explicar de forma muy convincente, a mi entender, en su discurso del 21 de mayo, con ocasión de la apertura de la XIII legislatura en el Senado (se puede leer aquí: http://lucasfra.blogs.uv.es/2019/05/22/discurso-del-presidente-del-senado-manuel-cruz-en-la-sesion-constitutiva-de-la-xiii-legislatura-21-05-2019/). En él insistió en las dos dimensiones del federalismo, la del reconocimiento de la significación política propia del estatuto político de los federados, y la de la cooperación y lealtad de éstos con los demás y con el marco del Estado federal (la Constitución). Unión en la diferencia, como pretende el lema europeo. Por eso, los europeístas coherentes han de ser, a mi juicio, federalistas. Y eso explica la satisfacción de federalistas dentro del PSOE, como Ximo Puig o Miquel Iceta, y también fuera de él: por ejemplo, perdonen el atrevimiento, quien suscribe.

Creo que no hay mejor reto para el Senado que tratar de poner letra y números a esa apuesta federal. Y lo concretaré con las palabras del propio Manuel Cruz: que el Senado se convierta “ en parte de la solución a los desafíos que enfrenta nuestro modelo territorial… donde se busquen soluciones al reto demográfico o a la despoblación de gran parte de nuestro territorio…donde se debate y diseñe un nuevo sistema de financiación autonómica y local, que garantice la prestación de unos servicios públicos dignos, que colmen las necesidades de los ciudadanos y las ciudadanas de España sin importar donde vivan”. Y eso, con el talante -tomado el término en serio- que sugieren las Meditaciones de Marco Aurelio, “no hacer manifestación ni de la cólera ni de ninguna otra pasión, sino ser al tiempo el más impasible y el más afectuoso”. A trabajar.

Artículo publicado en Cartelera Turia, número 2887, el 31 de mayo de 2019