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«Las elecciones que se vio obligado a convocar Pedro Sánchez, con el consiguiente riesgo de que no las ganara en beneficio de la derecha y ultraderecha, tuvieron su origen en la negativa de los partidos independentistas a aprobar los presupuestos que había presentado el PSOE en la Cámara de los diputados. Esos presupuestos tenían un contenido social muy acentuado, sin contar el monto de euros que estaban destinados a las arcas públicas del gobierno autónomo de Cataluña. La lectura que se hizo por lo general de esta decisión, por parte de los opinadores radiales, televisivos y de prensa, fue que el independentismo chantajeaba a Pedro Sánchez. “Presupuestos sí, pero a condición de comprometerse a convocar un referéndum de autodeterminación”. ¿Fue esta la razón fundamental de esta negativa por parte de partidos tan comprometidos con los derechos sociales y la lucha por una vivienda, un sueldo y una vida dignas, por lo menos en los papeles, como la CUP (que no votó pero acompañó moralmente a su socio de legislatura en la cámara catalana) y Esquerra Republicana? ¿Y si las razones fueran otras, tan otras que ni siquiera ellos mismos sean conscientes de su dimensión reaccionaria? Podría ser, que todo suele suceder en la viña del señor.»

Un independentismo asocial (El País, 27 de junio de 2019)