«Hay que distinguir algunas cosas. La primera es que el independentismo no es más que el nacionalismo radicalizado. El independentismo es la fórmula, pero la cuestión es el nacionalismo. Cataluña tiene una singularidad económica, que ha contribuido a la construcción de la nación española. Se ha basado históricamente en un modelo de proteccionismo a ultranza. Es un caso bastante excepcional, si se compara con el norte de Inglaterra, o con Escocia, que no tuvo ese poder económico tan importante. Por otro lado, la lengua catalana es un caso excepcional, en el transcurso de un proceso de destrucción de las lenguas no estatales en Europa, con el nacimiento de los medios de masas, a finales del siglo XIX. El catalán, con una nula ayuda del Estado, se convierte en aquellos años en una lengua de la comunicación de masas. Y eso ha sido un fenómeno que no ha entendido el resto de España y que exigiría ejercicios de meditación, pero sin necesidad de hundir España como un proyecto colectivo, que lo es desde 1978 y dentro del marco europeo. Estamos en esa situación y eso obligará a ejercicios de inteligencia.»
Entrevista a Josep Maria Fradera (Crónica Global, 9 de junio de 2019)