La constitución de las Cámaras elegidas el 28 de abril ha tenido un elemento espectacular y, creemos, de gran trascendencia: la elección, como presidentes del Congreso y del Senado, de dos federalistas: respectivamente, Meritxell Batet y, muy especialmente, el que había sido fundador y primer presidente de Federalistes d’Esquerres, Manuel Cruz.
En los últimos años se ha perdido a menudo de vista la importancia de estos cargos. Situadas muy arriba en la escala protocolaria de las instituciones, se trata de las magistraturas que deben arbitrar y dirigir la actividad de las cámaras legislativas. Y de manera particularmente relevante el Senado, que debería acoger la representación de la pluralidad de la gobernación territorial y la implicación de las Comunidades Autónomas en la dirección del Estado.
Con toda la humildad del mundo, creemos que la designación de Meritxell Batet y Manuel Cruz para estas instituciones no es del todo independiente del trabajo realizado de promoción del ideario federal en Cataluña y el conjunto de España en los últimos años. Se trata de dos personas catalanas (pero que encarnan los diversos canales biográficos y territoriales que han definido la Cataluña de hoy), de generaciones diferentes, y que se han significado intensamente en los últimos años como defensores y promotores de planteamientos federalistas, ya sea desde la especialización universitaria o desde las tribunas periodísticas, desde el Ministerio o desde el trabajo asociativo. Y se trata, además (por qué estas cosas cuentan) de un hombre y una mujer.
Federalistes d’Esquerres debemos felicitarnos por estos nombramientos, y en particular de la designación de Cruz al frente del Senado. Manolo (como lo denominan sus amigos más antiguos) fue un actor clave en la definición inicial de que debía ser Federalistes d’Esquerres, de cómo debía funcionar y de hacia dónde tenía que apuntar. Y a la vez, a través de una intensa actividad publicística, en actos públicos, artículos periodísticos y libros de temáticas diversas, se ha convertido en una referencia esencial en el combate político, en la movilización de una corriente de opinión y en la definición de la propuesta federalista de hoy y de mañana. Y todo ello, desde una reconocida y respetada independencia partidista (perfectamente integrada con una clarísima definición política).
Ya desde el discurso inaugural como presidente del Senado, Cruz ha dibujado algunos de los ejes definidores que considera esenciales de su mandato: promover la Conferencia de Presidentes de las Comunidades Autónomas, hacer avanzar las propuestas de reforma federal del Senado y hacerlo intervenir activamente en la revisión del sistema de financiación autonómica. En otras palabras, elementos centrales del horizonte político que Fed ha ido poniendo en el centro desde su fundación.
Y un elemento que puede haber pasado desapercibido pero no es menor: los representantes parlamentarios de los grupos independentistas en las dos Cámaras han preferido no votar ni a Batet ni a Cruz. Probablemente, no los consideran suficientemente «catalanes», como no nos consideran a ninguno de los miembros de Federalistes d’Esquerres. Peor para ellos: el sentido del progreso y del viento de cambio está en la transformación federal de España y de Europa. Si prefieren quedarse fuera, pese a las invitaciones que han recibido, quedará de manifiesto que ellos no son «los catalanes», como de forma abusiva y excluyente pretenden; que hay otra Cataluña, atractiva y moderna, decidida a implicarse en el progreso social y político, y que tiene como representantes destacados personas federales y de izquierdas, como son, entre otros, Meritxell Batet o Manolo Cruz.
Desde aquí, pues, nuestro ofrecimiento para aquello que pueda ser útil, nuestro agradecimiento por el trabajo realizado y nuestra felicitación más cordial por la elección.