«En todos los espacios políticos necesitamos de nuevas formas e impulsos políticos. Empeñarse en convertir al adversario político, o al vecino que no piensa como nosotros, en un enemigo solo trae más confrontación. Lo mismo que definir como fracaso del Estado (español) el funcionamiento de la tutela (española) de los derechos fundamentales; o utilizar un discurso nativista en el que el emigrante (español) de los años 50 y 60 es culpable de la situación política catalana actual; o querer convertir a Barcelona en la capital de una república inexistente y que, como muchos de sus defensores defiende, está lejos de llegar.
Es el momento de la política, de resolver los problemas de la ciudadanía. De poner las luces largas; las de posición, recuerden, solo nos dejan ver el aquí y ahora.»
Política de luces largas (El País, 13 de mayo de 2019)