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«Manuel Cruz no tenía ninguna obligación de encontrarse en medio de esta bronca tóxica en la que ni siquiera hay ni rastro de ingenio. No tenía ninguna obligación de dejar sus clases y sus libros para meterse en política, y ninguna necesidad, y tampoco sacará ningún beneficio, aunque probablemente sí muchas angustias y muchas heridas. Eligió presentarse como candidato independiente por el Partido Socialista de Cataluña en la época más agria de contienda y delirio. Se propuso practicar el activismo de la racionalidad democrática y de la búsqueda de compromiso y concordia cuando más arreciaba el griterío de la sinrazón, cuando la habitual alianza entre los alucinados y los aprovechados parecía que estaba más cerca de provocar una irreparable fractura civil.»

Elogio del político (El País, 31 de mayo de 2019)