«Sólo una honesta reflexión puede cambiar el rumbo de las cosas: hay que reconocer de una vez que, si tomamos como guía el pasado reciente y el futuro previsible, la independencia de Catalunya es tan imposible como innecesaria. Que es imposible no necesita mucha explicación: España –su ciudadanía representada por el Estado español– no la concederá, y nadie querrá obligarla a hacerlo. Muchos factores han favorecido el auge del independentismo: los avatares del Estatut del 2006, el descontento generado por la crisis y un gobierno español con un desconocimiento casi enciclopédico de Catalunya y hostil a cualquier cesión de poder han sido sus impulsores durante estos años; no han bastado para derrotar al Estado. Tampoco ha conseguido el independentismo, y no por falta de intentarlo, empañar en el exterior una reputación que podría ser mejor en algunos aspectos, pero de la que no hay por qué avergonzarse. Es por ello utópico pensar que Europa vaya a sentirse inclinada a otorgar a una posible Catalunya independiente un trato de preferencia.»
Imposible e innecesaria (La Vanguardia, 21 de mayo de 2019)