«Reivindicar la utilidad, la dignidad de la política, nos hace tanta falta como un Gobierno progresista estable. Para comprobarlo, basta con mirar hacia el laberinto catalán, donde todo parece limitarse a un juego de lazos y pancartas. De las declaraciones de Torra se deduce que los catalanes no tienen ningún problema al margen del color amarillo. Que, al rechazar los Presupuestos, aparte de darle a Sánchez la doble oportunidad de adelantar las elecciones y desbaratar la imagen de súbdito del independentismo que intentaba imponer la derecha —eso sí que fue un acierto, y de los gordos—, los amantes de ese color asumieron que nadie en Cataluña necesitaba el dinero que se perdía.»
Pancartas (El País, 25 de marzo de 2019)