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«…la información protege y exige la narración de hechos verídicos. Cuando son periodistas los encargados de transmitir un determinado argumentario político, se les presume el cumplimiento del deber de diligencia en el relato de la verdad. Por ello no casa con el ejercicio de la libertad de la información por profesionales los relatos plagados de medias verdades o directamente mentiras (la supuesta asunción por el Gobierno de los 21 puntos de la Generalidad) fácilmente contrastables. Asimismo, reiterar que el poder es del pueblo, solo del pueblo y nada más del pueblo, negando la intermediación que supone la democracia representativa, solo tiene un nombre: populismo.»

Las instituciones y la calle (El País, 11 de febrero de 2019)