«¿Tiene sentido insistir, rebajando cada vez el nivel de los objetivos institucionales? ¿Quién paga la fiesta?
La respuesta a esta última pregunta es fácil: pagan los catalanes, incluidos los no independentistas. Y no sólo la pagan con su dinero. También la pagan en términos de prestigio. Además de ser inútiles para el soberanismo, estos viajes dañan la marca Generalitat y la marca Catalunya. Cuando Jordi Pujol viajaba por Europa solía tejer planes comunes con sus pares en Alemania, Italia o Francia. En cambio, Torra se va y vuelve de vacío. A este paso llegará el día en que todos se hagan el sueco cuando la Generalitat llame a la puerta. En el que los catalanes no viajarán gratis por el mundo, como vaticinó un delirante Francesc Pujols, sino que por serlo se les dará, de entrada, con la puerta en las narices. Y no será culpa de España, sino de unos mandatarios catalanes tan latosos como ineficientes.»
Un fracaso, cuatro motivos (La Vanguardia, 20 de enero de 2019)