«La desconfianza que ha provocado la unilateralidad de las instituciones de Cataluña en parte de su ciudadanía, en las instituciones del Estado y el resto de instituciones de nuestro entorno tardará mucho tiempo en superarse. La credibilidad de Cataluña como entidad política se ha visto clara y profundamente perjudicada. Así las cosas, lo más sensato es asumir el error en la táctica y poner los pies en la tierra, catalana a ser posible —la belga nos sale muy cara—, y dejar de pedir imposibles. Cataluña debe aceptar que forma parte de un Estado, España, que es democrático, lo que no impide que necesite de cambios políticos e institucionales a los que puede, incluso debe, contribuir a través de los cauces previstos. Eso es la democracia.»
España es una democracia plena, y ¿Cataluña? (El País, 10 de enero de 2019)