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«A partir de ese momento, el procés aspira a lo que siempre han intentado los movimientos totalitarios: una movilización popular que logre fundir, por medio de lo que Simone Weil llamó la “mentira organizada”, pueblo, nación y Estado en un solo ser, una totalidad de destino. Ser catalán consistirá en formar parte de un pueblo que constituye una nación que se realiza en un Estado. Nada importa que la sociedad catalana se fracture en dos; lo que importa es que bastará la mitad más uno de los diputados, aunque solo representen a la mitad menos uno de los catalanes, para que, arrogándose la representación de “tot el poble” de Cataluña, se pronuncien en nombre de la nación catalana por la independencia. Y eso fue lo que ocurrió cuando el procés desembarcó por fin en Ítaca.»

‘Procés’ (El País, 23 de septiembre de 2018)