«Pero no nos engañemos. No estamos ante una conspiración internacional. Bruselas no es la sede de la malvada organización Spectra ni el refugio del perverso profesor Moriarty. Somos nosotros, los europeos, quienes estamos votando a los ultras, quienes nos estamos dejando seducir por sus cantos de sirena. Somos nosotros quienes estamos haciendo bascular la política europea. Nosotros, los responsables de la deriva. Por más que señalemos al chivo…»
No es Europa, somos nosotros. (La Vanguardia, 7 de julio de 2018)