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Para minimizar los daños se me ocurren los siguientes consejos (mejor calificarlos de ideas, que es menos pedante): Sacarse de la manga una noticia espectacular que sorprenda a todos y que se convierta en el centro del debate (un embarazo, un cambio de tendencia sexual de uno de los asistentes, la conversión de un católico al Islam o a la inversa, una operación de cirugía estética…). Celebrar el encuentro en un restaurante ruidoso y de acústica pésima para imposibilitar el diálogo.  «Decálogo para superar los encuentros navideños» (El Triangle, 11 de diciembre de 2017)