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Las banderas han tapado los procesos por corrupción, los asesinatos machistas, la explotación de los trabajadores precarios. Si detrás de cada fachada engalanada vivieran personas comprometidas de corazón con el progreso de su nación y la felicidad de sus gentes, no estaríamos a la merced de políticos corruptos, ineptos e irresponsables, como los que nos gobiernan gracias a los votos de tantos millones de aficionados a las banderas. «Banderas» (El País, 2 de octubre de 2017)