Hay que volver a impulsar y a actualizar la línea divisoria entre progresistas y reaccionarios del Manifiesto de Ventotene.
«La línea divisoria entre los partidos progresistas y los reaccionarios –escribían en Ventotene Altiero Spinelli y Ernesto Rossi en 1941– ya no recae ahora sobre la línea formal de una mayor o menor democracia, de la institución de un mayor o menor socialismo, sino sobre una nueva línea sustancial que separa a los que conciben, como el propósito esencial de la lucha, la conquista del poder político nacional y los que consideran, como tarea central, la creación de un sólido Estado internacional, dirigiendo hacia ese objetivo a las fuerzas populares e, incluso, conquistando el poder nacional, que usarán ante todo como instrumento para lograr la unidad internacional». (El Manifiesto de Ventotene, traducción de Marcello Belotti, Ediciones La Lluvia).
Como explica Norberto Bobbio en su ensayo El federalismo en el debate político y cultural de la Resistencia, la acción de los federalistas tenía en el punto de mira tanto la soberanía absoluta como el Estado-nación; la primera surge antes, e independientemente, de los estados nacionales, dado que –desde la Revolución francesa hasta la primera guerra mundial– la formación de los nuevos estados tiende a la creación de un sistema internacional fundado no en el equilibrio y en la autonomía sino en la interdependencia y en las nuevas ideologías (católicos, liberales y socialistas), que nacen en el siglo XIX y se desarrollan en una dimensión transnacional: universalista, cosmopolita e internacionalista. Artículo completo (El Periódico, 1/6/2017)
Pier Virgilio Dástoli. Presidente del Movimiento Federalista Europeo. Sección Italia