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(Reseña del libro ‘Un Fernandez entres banderas’, Editorial Península, 2014)

Mezcla de ensayo, narración y autobiografía este libro da voz a esa gente que con la mirada puesta tanto hacia un lado como hacia el otro mira con perplejidad la radicalidad con la que se arrincona la moderación y la búsqueda de acuerdos, en la tensión permanente entre Cataluña y el resto de España. Porque como dice el autor, un Fernandes se regocija de haber podido exaltarse o consolarse en compañía de Màrius Torres tanto como con José Hierro. Los ha apreciado a los dos, puesto que los dos vencieron a Babel.

Por diversos viajes, como el los llama, a diferentes situaciones vividas, momentos y geografías, nos descubre tópicos y las verdaderas preocupaciones de la gente, a veces alejadas de lo que los políticos nos quieren hacer creer. En el (des)concierto al que asistimos, hay una parte de la orquesta que suena poco. Los solistas, en cambio, sobresalen, andan a la greña y copan la atención del público. El autor echa en falta el sonido de otras cuerdas, metales y tambores para que se aprecie en plena armonía una partitura que aún no ha sido escrita por completo, y afirma que aun siendo así, algunos (¿muchos?) reconoceríamos al instante en sus primeros compases.

Ricardo Fernández nos reta a empezar una conversación con palabras medidas y afán constructivo, aunque sean firmes, y con silencio suficiente como para mirar y escuchar todo lo que haya que ver y oír. Y aunque el análisis del autor nos retrotrae a la situación política justo anterior a la publicación del libro en 2014, la propuesta que nos hace sigue absolutamente vigente. Nos urge a potenciar una reforma al margen de la política, la reforma de la comunicación y la convivencia entre las gentes. Esta reforma no nos la pueden hacer los expertos, nos dice, esta reforma ha de pasar por los que vivimos entre el Atlántico y el Mediterráneo, porque lo que agranda las distancias está en el sobrepeso de nuestros pensamientos.

Con la mirada puesta en la construcción de lo positivo en vez de basarse en el pasado y el rencor, Fernández nos propone indagar en esa parte de la ciudadanía más abierta al entendimiento, a la que no le gusta ni la defensa a ultranza de la España actual ni el arreón independentista. Propone conectar con este sector, que puede ser más numeroso de lo que parece, y darle visibilidad, porque, el ciudadano de la concordia, ninguneado por las partes en liza y sumido en la perplejidad, hasta ahora casi no ha hablado.

Igual que hemos sido capaces de aceptar otras formas de manifestarse la tolerancia y la modernidad, que en España parecían imposibles hace unos años, como el divorcio, el matrimonio homosexual o el aborto, nos reta a dejar de ser hijos del pasado en la forma de relacionarnos y adentrarnos hacia el futuro de la historia dispuestos a ensayar lo nuevo.

José Antonio Zarzalejos en el prólogo, ya nos dice que este libro sobrepasa lo que parece y se adentra en el terreno de lo que aparenta no ser: un aldabonazo, una convocatoria, y un lamento. Y añade: Todo estructurado en un relato de nítida honradez intelectual, nos exige reflexión previa a una acción que prescribe la conciliación. Totalmente de acuerdo.