No me creo que cuando esta banda jugaba al póquer fuese Marta la que repartiera las cartas. Me parece una simple estrategia para salvar ante la historia al supuesto gran prócer.Eso me choca, porque por amor en las familias bien nacidas pasa lo contrario: los maridos se autoinculpan de toda la responsabilidad. Quienes tratamos personalmente a Jordi Pujol sabemos que en su escenario, aunque fuese de simple comedia o de españolada cutre, mandaba él con mano de hierro. «La tonta era él» (El Periodico, 11 de mayo de 2017)