La necesidad de buscar soluciones a los desplazamientos forzosos de población, ya sean por conflictos armados o por el clima, asumiendo que las fronteras tienen poco sentido para responder a problemas globales como el cambio climático centraron la intervención del director del Foro de Economía del Agua en el acto ‘Los refugiados del clima. Hacia una solución global’. Delacámara recordó que éste también es un problema de desigualdad: “Las personas no eligen vivir en el desierto, lo hacen porque no tienen otra posibilidad”, apuntó

(por Beatriz Silva) “Nos apegamos a la idea de soberanía cuando las grandes decisiones se toman fuera, seguimos apegados a la idea de estado nación que no es capaz de luchar ante problemas como el cambio climático donde las soluciones pasan por ceder y compartir soberanía, por impulsar estructuras globales, federales”. Esta es una de las cuestiones que planteó el pasado jueves 6 abril el director del Foro de la Economía del Agua, Gonzalo Delacámara, en el acto ‘Los refugiados del clima. Hacia una solución global’ celebrado en el Colegio de Periodistas de Cataluña.

Delacámara hizo hincapié en que hay que dejar de establecer distinciones entre los desplazados y comenzar a buscar soluciones porque mientras más se acerque la crisis, más difícil será gestionarla. Y dio cifras que hacen prever la magnitud del problema que enfrentamos: desde 2008 una persona se desplaza cada segundo por causas forzosas relacionadas con el cambio climático. Y en los últimos 20 años se ha duplicado la posibilidad que una persona se desplace por este motivo.

“Siempre han habido desplazamientos de población por desastres naturales pero ahora se ha acelerado la velocidad del cambio y nosotros hemos contribuido a ello. No podemos trasladar la responsabilidad al hecho que llueve poco o llueve mucho porque obviamos la responsabilidad que tenemos en lo que está sucediendo y en las soluciones. El cambio climático añade problemas nuevos, como la desaparición de territorios por la subida del nivel de mar, pero no crea otros que ya estaban aquí como las sequías y las inundaciones. Lo que hará el cambio climático es amplificar el impacto de estos problemas”, subrayó.

Gonzalo Delacámara se mostró crítico también con la manera que Europa ha gestionado la llegada reciente de refugiados. “Europa no vive una crisis de refugiados, es todo lo contrario: los refugiados padecen la crisis de Europa, la incapacidad manifiesta para ofrecer una respuesta satisfactoria a la situación de estas personas. Las cifras nos parece importantes desde una perspectiva eurocéntrica pero la realidad es que nueve de cada diez refugiados o desplazados forzosos en el mundo lo hace hacia países en vías de desarrollo. En realidad la afluencia masiva la viven países como Jordania o Líbano donde hasta una quinta parte de su población está representada en este momento por refugiados”, aseguró apuntando a otra cuestión crucial cuando se habla de este problema: el de la desigualdad.

“Los refugiados son resultado de calamidades humanas, de decisiones que tomamos los seres humanos. Y son resultado también de la desigualdad porque las personas no eligen vivir en quebradas o en el desierto, lo hacen porque no tienen las mismas oportunidades que los ciudadanos de los países desarrollados para elegir. La misma lluvia no produce el mismo impacto en Japón y en Bangladesh porque la capacidad de gestión de estos problemas es distinta en ambos casos”, señaló poniendo ejemplos sobre la mesa. Uno de ellos, la diferencia del consumo de agua entre palestinos y israelíes que es de uno a seis a pesar que comparten un mismo territorio. Otro caso: Holanda y Bangladesh, dos países que tienen gran parte de su territorio bajo el nivel del mar pero no la misma capacidad para defenderse y proteger a su población de las consecuencias que ellos conlleva.

Gonzalo Delacámara recordó que desde 2001 el 60% de los desplazados forzosos del mundo se concentraron en diez conflictos. Recordó también que en el mundo hay 663 millones de personas sin acceso mejorado a agua, 2.400 millones de personas que no tienen retrete, 1.800 millones de personas que beben agua contaminada por materia fecal y una cifra sorprendente: en el mundo hay más teléfonos móviles que retretes.

“En algún momento se producirá una explosión de desplazados por otro tipo de causas que no serán los conflictos. Tenemos que ser capaces de atender a estos desafíos en un tiempo relativamente breve. No podemos esperar como los músicos del Titanic, tocando mientras el barco se hunde”, concluyó.