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El independentismo, quizá obnubilado por una oportunidad histórica, ha permitido que los corruptos utilicen su causa. Así como las empresas hacen donaciones para desgravar, la ‘estelada’ ha resultado una estrategia encubridora o lucrativa para demasiados. Vividores y oportunistas se han convertido en voceros del negocio. Se ha retorcido la historia hasta ajustarla al guion y en las calles se ha gritado independencia, mientras su eco ensordecía el lamento de las víctimas de la estafa de la crisis. «La trampa» (El Periodico, 26 de abril de 2017)