Hay una indiferencia hacia lo nacional que prefiere reservar las fuerzas para otras batallas, que piensa que cambiar de bandera y de timonel no nos permitirá encontrar rumbos nuevos. Básicamente, porque las soluciones aún están por inventarse y serán globales o no serán. No, no hay épica en practicar la tozuda indiferencia, pero la realidad acaba devorando las gestas. «Elogio de la humilde indiferencia» (El Periodico, 14 de enero de 2017)