Hay que pensar la reforma del Estado en sentido federal como una cuestión española y no catalana. O ponemos sobre la mesa la reforma federal o la disyuntiva de las próximas generaciones será recentralizar o disgregar.
Esta fue una de las cuestiones que se abordaron en la tertulia federalista celebrada en Madrid el pasado jueves 5 de mayo con el profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Antonio Arroyo Gil. Es la primera tertulia federalista que organiza el grupo de Federalistes d’Esquerres de Madrid y nace con espíritu de consolidarse, como ha ocurrido en Barcelona, como un encuentro periódico para debatir sobre la idea federal.
A la tertulia, que se celebró en la Librería Ocho y Medio, asistieron unas 20 personas que debatieron sobre el actual estado de las autonomías y sus similitudes y diferencias con el sistema federal alemán.
Antonio Arroyo señaló que el Estado autonómico fue una respuesta satisfactoria en un momento determinado de la historia de España porque impulsó un proceso descentralizador y en ese sentido tuvo éxito. “No comparto las visiones que denostan la transición. El Estado autonómico es nuestra contribución a la historia del federalismo: la constitución tiene una raigambre federal indiscutible. Esto no impide que hayan salido a la luz disfunciones y que sea necesario corregirlas mediante una reforma constitucional”, indicó.
Arroyo Gil enumeró varios elementos comunes que tiene el federalismo como garantizar la unidad del Estado, reconocer el pluralismo y la diversidad en el seno del mismo, repartir el poder público en distintas manos y contar con instituciones de cooperación y coordinación en el ejercicio de competencias. Según el profesor, un Estado federal debe contar además con una cámara territorial en donde las unidades puedan participar en las decisiones políticas, con herramientas para cumplir y hacer cumplir las obligaciones, un Tribunal Constitucional o un organismo equivalente que dirima los conflictos y deber haber un reconocimiento expreso de principios tales como la “lealtad federal” que debe regir las relaciones entre las partes.
En su opinión, para determinar si un Estado es o no federal hay que examinar el reparto del poder público interno más que atender a su desarrollo histórico u origen. “El Estado autonómico tiene ciertas deficiencias respecto al modelo alemán. La necesidad de reforma de la Constitución es compartida por casi la totalidad de los responsables políticos aunque existen discrepancias acerca de la oportunidad del momento para solucionar dichas deficiencias. Una de las cuestiones que falla en España es la coordinación entre los presidentes de las comunidades autónomas que casi no se reúnen entre sí ni con el presidente del gobierno”, aseguró.
Entre las cuestiones que urge más reformar, incluyó la necesidad de mejorar y regular el sistema de financiación y también clarificar las competencias de cada nivel. “El sistema de reparto de competencias es muy confuso, deficiente e incompleto en nuestra Constitución”, afirmo.
Antonio Arroyo cree que la reforma constitucional debe incluir un listado de competencias exclusivas del Estado, estableciendo una cláusula residual para las comunidades autónomas que significa en la práctica que todo lo que no está reservado al Estado central es asumido por las autonomías.
El profesor se mostró partidario también de reconocer ciertos elementos de asimetría estructurales (aunque constató que el Estado autonómico ya lo es) y afirmó que esto no tiene porqué implicar desigualdad en los derechos y obligaciones o trato injusto.
Se mostró crítico con el actual gobierno del Partido Popular, ya que a su juicio ha tenido una actitud meramente reactiva frente al conflicto territorial, pero se mostró confiado en la posibilidad de alcanzar un acuerdo de reforma constitucional entre los cuatro partidos políticos predominantes en el Parlamento. “A las propuestas secesionistas hay que responder con calma y propuestas. La secesión es contra histórica, el mundo avanza en el sentido contrario, hacia procesos de integración como la Unión Europea, una secesión sería un drama para la convivencia”, concluyó.
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