Estos tres meses de negociaciones agónicas y propuestas estrafalarias han dañado de forma irreparable no solo la imagen exterior de Cataluña en la esfera internacional sino la propia percepción del soberanismo y de sus principales protagonistas. Por mucho que traten de engañarse, no pueden sentirse satisfechos. Han jugado con las instituciones catalanas como si fueran cromos de una colección devaluada. «La fuga continúa» (El País, 9 de enero de 2016)