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Una de las soluciones que se apuntan tras el 20D consiste en reconocer la naturaleza plurinacional del Estado español y permitir la convivencia de Estados nominales que carezcan de norma constitucional propia, sólo sometidos a la constitución federal, con otros que sí la tengan y se encuentren sujetos a las dos. La peor solución sería el falso federalismo: una reforma constitucional para “federalizar” las autonomías que ya existen, maquillar el Senado y, por supuesto, incluir una mención especial a Cataluña. Dado que Euskadi y Navarra ya tienen sus haciendas propias y sus “menciones especiales”, la cosa quedaría así: el actual estado autonómico con todos sus anacronismos y disfunciones, más un pacto entre nacionalidades históricas y el resto de España. “Hablemos de federalismo, hablemos de Andalucía” (eldiario.es, 30 de noviembre de 2015)