Lo que algunos se obstinan en presentar como una elección entre ser catalán y ser español es, en realidad, una renuncia, un empobrecimiento o una mutilación. Lo deseable es que las diferentes partes que nos constituyen compongan, en lo posible, una armonía, que convivan con el menor conflicto posible. «Deconstruir la tortilla» (El País, 6 de diciembre de 2015)