El maragallismo no fue nunca una opción nacionalista. Opuso en la teoría y en la práctica la libertad de las ciudades frente a las banderas y las fronteras. Fue cooperación entre instituciones y una propuesta radicalmente metropolitana, algo que es imposible hallar en el imaginario y en el proyecto nacionalista. «Reivindicacion del maragallismo» (El País, 24 de septiembre de 2015)