Notas de prensaOpinión

Propuestas y reflexiones de Federalistes d’Esquerres a los nuevos gobiernos autonómicos y líderes progresistas

 1) La situación actual

La sociedad española ha vivido en los últimos años una situación de crisis, que ha provocado un aumento de las desigualdades, y ha coincidido con la explosión de graves problemas políticos e institucionales. Los problemas también han sacudido a otras economías desarrolladas y en particular las de la periferia de la zona euro, por lo que muchos de nuestros problemas son compartidos. El estado-nación tal como lo hemos conocido ha quedado obsoleto, especialmente en Europa, donde la mayoría de grandes problemas requieren un enfoque integrado y democrático. Sin embargo, al mismo tiempo proliferan los repliegues identitarios y la búsqueda de chivos expiatorios: España y Europa se arriesgan a ver resucitados sus peores fantasmas.

En España, la crisis se ha visto agravada por el inmovilismo y el radicalismo del PP y sus ataques re-centralizadores y contra el estado de bienestar, y por la incapacidad de la política tradicional de dar respuesta a los problemas planteados.

Parte de esta crisis procede del agotamiento y bloqueo del estado autonómico, que aunque ha permitido avanzar en la descentralización en las últimas décadas, ha coexistido con patologías importantes. En primer lugar, no se ha reformado la administración general del estado. En segundo lugar, no existen o no son operativas las instancias de gobierno compartido y cooperación entre Comunidades Autónomas. En tercer lugar, existen duplicidades y disfunciones competenciales totalmente evitables. Finalmente, los criterios de financiación autonómica e inversión territorial son opacos y excesivamente discrecionales, y no permiten promover simultáneamente la equidad y la eficiencia.

La respuesta a esta situación no puede ser otra que reformar en profundidad las estructuras del Estado y avanzar simultáneamente hacia una Europa solidaria sin fronteras, más democrática y también reformada. Afortunadamente, en las pasadas elecciones municipales y autonómicas se produjeron ya cambios importantes, que permiten pensar en que una nueva etapa de reformas en profundidad se puede abrir tras las próximas elecciones autonómicas en Cataluña y generales en toda España. Por ello nos dirigimos a los principales agentes políticos de este cambio, para compartir nuestras reflexiones y propuestas.

 

2) La idea federal, gran esperanza de España y Europa

Creemos que los principios del federalismo proporcionan las pistas para avanzar simultáneamente en España (que viene de ser un estado centralizado) y en Europa (que viene de ser una institución intergubernamental o confederal) en la solución de los problemas de regeneración democrática, de crisis económica y ataque al estado de bienestar. La mayoría de ciudadanos que viven en democracia lo hacen ya en federaciones.

Federalismo implica varios niveles de gobierno (desde el local al global) rindiendo cuentas democráticamente a los ciudadanos (lo que facilita la transparencia y el combate al clientelismo y la corrupción), con instancias de gobierno compartido, claridad competencial, y reconocimiento de la diversidad. El federalismo, en la medida que permite ir más allá del Estado-nación, es la forma de gobierno ideal para el mundo del siglo XXI: identidades múltiples, migraciones, globalización, cambio climático. En España tiene raíces profundas que lo asocian a las mejores tradiciones ilustradas y progresistas. Implica unión y solidaridad en la diversidad.

Existe un amplio consenso académico en torno a las virtudes del federalismo: por ejemplo, entre los expertos constitucionalistas en España, o por ejemplo entre los economistas, politólogos y filósofos en Europa. Pero la idea del federalismo es abstracta y ha sido objeto de todo tipo de distorsiones por parte de sus adversarios nacionalistas y conservadores. No avanzará sin un gran esfuerzo de pedagogía. Por ello necesitamos que los nuevos agentes se comprometan en la difusión de las ideas federalistas, en sus discursos y en sus programas y actuaciones.

 

 3) Por una reforma federal de la Constitución en España

Tras más de 35 años desde la aprobación de la Constitución de 1978, existen muchas fuerzas en el mundo político, académico y ciudadano, que reclaman una reforma en profundidad de la misma. La reforma de la Constitución podría empezar por modificar los artículos mismos que hablan de la reforma de la Constitución, para que reformarla sea más fácil, y no un tabú sagrado. No se trata de volver a empezar, sino de actualizar nuestro compromiso colectivo, recogiendo aspectos que no existían en 1978, como nuestra pertenencia a la Unión Europea, e introduciendo correcciones que permitan regenerar la democracia y consolidar el Estado del bienestar, la igualdad, y avanzar en la reforma de nuestras instituciones en una dirección claramente federal.

España tiene elementos federales en su estructura institucional (varios niveles de gobierno democrático, descentralización) pero le faltan otros, que hoy son urgentes, y hay que incorporar a la reforma: mayor claridad competencial y financiera (que combine la eficiencia con la nivelación y solidaridad), así como en los criterios de asignación de las inversiones territoriales; aplicación estricta del principio de subsidiariedad; instancias efectivas de gobierno compartido; reconocimiento del carácter multilingüe de España en todas las instancias; o una cámara parlamentaria de representación territorial.

Lamentamos que a veces personas con valores parecidos se estanquen en discusiones léxicas bizantinas, por ejemplo sobre si hay que hablar de estado plurinacional o de reconocimiento de identidad; de reforma constitucional o de proceso constituyente. Que las palabras no nos impidan avanzar: soberanía, nación, asimetrías son conceptos importantes, pero discutidos y discutibles, que no deben servir para enfrentar a ciudadanos con referentes culturales distintos. Hoy nuestros ciudadanos, nuestros sindicatos, empresarios, vecinos, partidos políticos, académicos, y organizaciones deportivas, ya se organizan de forma federal. Por eso es hoy posible un acuerdo amplio, que consolide y mejore una democracia de ciudadanos libres e iguales, donde la diversidad cultural y lingüística sea considerada una riqueza común. En muchas políticas concretas, la cooperación, autonomía y experimentación que permite el federalismo permite aumentar las cotas de igualdad: es el caso de las políticas de renta mínima, las reformas impositivas o de las políticas sanitarias.

La reforma de la Constitución es necesaria, pero no es suficiente. Hay que afrontar las cuestiones que están en el origen de la crisis: la revitalización de la democracia (participación, representación, órganos políticos, órganos de control) y del modelo social distintivo de Europa (los derechos del bienestar).

 

4) Construir el federalismo

A España le interesaría el federalismo incluso si Cataluña no estuviera en ella. Pero la existencia de una fuerte, aunque no mayoritaria, pulsión secesionista, en una de las comunidades que aporta más riqueza a España, no puede recibir como única reacción el inmovilismo. La mayoría de ciudadanos en España y también en Cataluña, están a favor de un cambio para seguir avanzando en un proyecto común.

Hacemos una propuesta concreta: construir conjuntamente, con el apoyo de los nuevos agentes y liderazgos políticos, un movimiento social federalista en toda España y con conexiones en otros países europeos, que sea el motor de un debate sereno sobre cuál es el mejor modelo federal para España y Europa.

Nuestra propuesta no es para contentar a nadie, sino para articular la voluntad mayoritaria de cambio y reforma en profundidad en la sociedad española. Tan importante como las reformas legales es el desarrollo conjunto de una cultura de lealtad, respeto y solidaridad federales. No sólo para seguir juntos, sino para unirnos con otros muchísimos ciudadanos en una Europa sin fronteras y algún día en estructuras mundiales democráticas que gestionen las cuestiones de alcance global. Lo último que hay que hacer es dividir a los pueblos y a sus clases populares. Pedimos debatir estas cuestiones en un clima de tolerancia y respeto, evitando sacar beneficio electoral del enfrentamiento entre comunidades y de los sentimientos de agravio.

El federalismo, la democracia y Europa pueden actuar como punto de encuentro de posiciones que a priori pueden parecer muy alejadas. Hay que huir del inmovilismo, porque la complejidad del mosaico español y europeo y de cada territorio de España y Europa por pequeño que sea, no se puede resolver con falsas dicotomías, sino que requiere soluciones pactadas y complejas, fruto del diálogo y la negociación de las fuerzas representativas de la voluntad popular, refrendadas por el voto final de la ciudadanía. Que hagan posible y duradera una España diversa, multilingüe y solidaria, en una Europa unida, en paz y democrática.

 

Barcelona, 24 de agosto de 2015