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Hay quienes parecen aguardar, expectantes e ilusionados, el hachazo definitivo que deje el país partido por la mitad. En ese momento, contemplando las dos mitades por fin separadas, llorarán, embargados por la emoción. Lo que de veras importa es que se ha llevado a cabo el ensayo general de la partición del país en dos. He aquí algo que nadie (insisto: nadie) debería celebrar. «No pienses en un plebiscito» (El País, 28 de septiembre de 2015)