Opinión

Solo hay auténtico diálogo cuando los que dialogan escuchan al otro, y se atreven a correr el riesgo de dejarse convencer, total o parcialmente, por sus ideas. No albergo la menor duda de que llegará un momento -si no tras el 27-S, con más probabilidad tras las próximas elecciones generales- en que los implicados en el conflicto catalán tendrán que sentarse en una mesa a dialogar. El problema es si tendrá sitio en esa mesa alguien que ni se fía ni es de fiar. “Artur Mas, un sospechoso suspicaz” (El Confidencial, 26 de septiembre de 2015)